El 26 de diciembre de 1989, tras un período de intensas lluvías, se produjo un gran deslizamiento correspondiendo a una reactivación de la superficie de rotura en cabecera, a grandes rasgos, con la del movimiento de 1963 y arrastrando a todo el volumen de escombros. Se trató de un deslizamiento de ladera profundo, con superficie de rotura curva de unos 600 m de longitud.Información de interés en el IGME
Última actualización 05/03/2015
En este apartado incluimos enlaces a páginas, aplicaciones, mapas, recursos,… elaborados total o parcialmente por el IGME y que creemos pueden resultar de su interés.Enlaces de interés:Análisis de las características del fenómeno, evaluación del riesgo de la situación y conclusiones y recomendaciones a seguir para la solución del problema.
Informe geotécnico que comprende dos partes diferenciadas, el estudio del talud deslizado, por un lado, y la ampliación del núcleo urbano hacia el N.
Otros enlaces de interés
Última actualización 12/03/2015
En este apartado incluimos enlaces a páginas, recursos,… que creemos pueden resultar de su interés.Enlaces de interés:Este documento contiene la información de los diferentes capítulos y anexos del Informe Final (Proyecto ECCE) del estudio realizado sobre la evaluación preliminar de los impactos en España por efectos del cambio climático. Este capítulo, en particular, trata sobre la inestabilidad de laderas, la rotura y desplazamiento de una masa de rocas o tierras hacia
el exterior de la misma, con una componente descendente inducida por la acción de la
gravedad (deslizamiento).
El clima es el factor más influyente en la estabilidad de las laderas y de los deslizamientos en España. Los
deslizamientos se concentran en las principales cordilleras montañosas, especialmente en los Pirineos, la Cordillera
Cantábrica y las Cordilleras Béticas. No obstante, en las márgenes de los ríos de las grandes cuencas terciarias también
son inestables. El relieve junto al componente litológico explican la distribución geográfica de las roturas por deslizamiento.
En las zonas costeras, las roturas se concentran en los acantilados rocosos expuestos a la erosión marina.